7 de noviembre de 2005

Viaje 7

5 kilómtetros de ruta se extendían ante mí... oscuridad de espanto. Tocando mis párpados para confirmar que mis ojos están abiertos.
El camino era largo, era de noche, existía una latente posibilidad de lluvia.

Pucho a la boca, fuego, larga inspiración como si uno fuera a sumergirse y a caminar. El esfuerzo valía la pena. Al otro extremo del camino, a apenas 5 kilómetros, quizás ya a 4,8... había una mujer.

(¿pero cómo?, dirá alguno que viene siguiendo la historia y tiene algo de memoria... no había dicho que tenía una novia?, bueno, la historia es larga y será contada cuando deba ser contada)

Ella sabía que yo iba a pasar por Puerto Madryn en mi viaje, no sabía cuando, que día, a qué hora... porque yo tampoco lo sabía, claro. Pero estaba. No estaba confirmado nada con respecto a nada, habíamos salido un par de meses en Buenos Aires 6 años atrás. Pero los hombres (o yo al menos, no sé el resto) somos así... una mujer es una mujer... y si encima muestra interés... ya es más que una mujer... y si al hecho de gustarnos y gustarle le sumamos que nos manda un mail diciendo "si querés venite y parás en casa", ya no hay mucho más que hablar.

Entonces caminar 5 kilómetros era una pavada. ¿Totalmente oscuro? ok, allá voy.

Caminé lento, estaba todo realmente oscuro, no exagero cuando digo que cerraba los ojos y era lo mismo. Me daba cuenta que tenía que doblar porque de repente estaba caminando sobre el pasto y la ruta había doblado.
Entonces retomaba y al rato lo mismo.

Entonces empezó a llover.

Y tenía pensado dejarlos así, suspenso hasta mañana o pasado, pero no. Hice dedo al único auto que pasó en todo el tiempo que caminé por esa ruta y paró. Era una pareja de novios, tenrían 20 años (yo tenía 25). Me llevaron hasta la ciudad y me dejaron en la puerta de la casa de Nuria. ah, cierto, el nombre. Ella se llamaba Nuria.

Ahora si, los dejo.

(continua...)

No hay comentarios.: