10 de enero de 2006

Viaje 16

Llegué a Trelew.
El vieje fue de apenas una hora o algo así. Era de noche. La terminal estaba desierta y a poco de sentarme y acomodarme para pasar la noche, un joven vigilante se acercó para avisarme que no, que no me podía quedar, que la terminal cerraba a la noche y que me tenía que ir.

No hay problema.

El buen hombre me indicó donde estaba la estación de servicio más cercana y hacia allí me fui.

Si hacer dedo en cualquier circunstancia es difícl, hacer dedo de noche es prácticamente imposible. Y alguno se preguntará "para qué se va este tipo a hacer dedo a la noche" y la verdad es que no sé muy bien. Había que hacer dedo y no importaba mucho la hora.

Si no funcionaba, tenía la carpa. La armaba en algún lado y pasaba la noche.

Eso fue lo que finalmente ocurrió a eso de las 2 de la mañana. Le pregunté al que atendía en la estación y me dijo que atrás de las misma, en un patio, podía armar la carpa.
Desperté al otro día con el corazón lleno de esperanza y el estómago totalmente vacío de alimento.
Tenía dos pesos y mucho, mucho material para seguir fabricando mercadería.
Me compré dos panchos y me fui a la ruta a seguir con el dedo, previo desarmamiento y guardación de cama. (Tengo serias dudas sobre la existencia de esas dos palabras que acabo de usar, por precaución, no las use en conversaciones serias)

En la ruta estuve desde las 8 de la mañana (hora en que el calor me despertó) hasta las 2 de la tarde (hora en que el calor casi me desmayó). Justo cuando volvía para la estación, dos personas se me acercaron. Un muchacho y una muchacha. Ambos llevaban mochilas. Eran "camaradas" mochileros. Yo iba a bariloche. Ellos iban a Esquel. Me dijeron que si quería ir a Bariloche, lo mejor era ir a Esquel. Sin pedirles más argumento les dije que bueno, que sí, que me acoplaba al proyecto.

A partir de allí, y durante el resto del día, estuvimos los tres haciendo dedo juntos. Teníamos cartel con la palabra "Esquel" y todo. Ellos eran hermanos (lo primero que había pensado era que eran pareja). Y antes de que alguno elucubre posibles uniones sentimentales con la hermana, le adelanto: no sucedió.

Al llegar la noche, nuevamente, armamos carpa. Ellos tenían una enorme y, para evitar el armado de dos carpas, me ofrecieron compartir la suya.

Lo importante, que me olvidé de destacar, es que ella fumaba, y se había comprado no sé dónde un cartón (es decir: 10 paquetes). Así que ese tema estaba cubierto.

Antes de dormir, preparamos una excelente polenta. Yo tenía varios paquetes de comida, pero no tenía ni donde hacerlo ni como calentarlo. Ellos tenían justamente lo opuesto. Así que la cuenta dio exacta. Los tres comimos polenta y dormimos plácidamente durante 7 horas.

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