Entonces estaba sentado con estos tres personajes. Tres jóvenes nacidos y criados en Puerto Madryn. Tenía un cigarrillo de los que fumaba, y una hoja en absoluto blanco para escribir lo que sucedería a cada minuto de los siguientes.
Lo primero, presentarme. "Soy de Buenos Aires, estoy recorriendo el sur, hago aros y pulseras... me llamo Leonardo".
Al momento de decir mi nombre los tres se sobresaltan, como si hubiera dicho "me llamo Francis Ford Coppola". Enseguida sonríen. Y me explican.
Ellos también se llaman Leonardo.
Ehhhh???
Si, los tres se llaman Leonardo. Y no es que acudieron a un aviso donde se pedían jóvences Madrynenses de nombre Leonardo, no, nada de eso, se conocían así, medio de casualidad, dos habían sido compañeros de colegio toda la vida, el tercero trabajaba junto con uno de los otros dos.
Y eran Leonardos. Y conmigo éramos cuatro.
Ese simple hecho, indiscutiblemente, alcanzaba para sobresaltarse al escuchar mi nombre. Porque encima de todo, no es que me llamo Carlos, o Juan, o Diego. Tengo un nombre que no es tan común.
Pero bueno, la conversación tenía que seguir... "¿Cuántos años tenés?", me pregunta uno de los Leonardos. (Y este es el momento en el que tengo que hacer cuentas para saber que edad tenía en ese momento... año 2000, febrero... ya está). "24", respondo.
"¿Del 75, no?", dice, como adivinando que pronto se sobresaltarán nuevamente.
Si, claro, del 75... y ellos tres también... y si les digo que además eran de septiembre me creen???????
Bueno, creanló, porque era así.
Y eso no es todo.
Ante la pregunta de "y... que hacen?" formulada por mí, uno de ellos dice "escribimos" y ya casi es obvio que yo diré "yo también escribo".
Bueno. Después de esa increible lista interminable de coincidencias (todavía me parece increíble ahora que lo cuento) se enteraron (por mi) que no estaba muy bien comido y que no tenía un centavo. Acto seguido me invitaron un sanguche.
Aunque la cosa fue así: querés un sanguche? No, dejá, estoy bien. En serio? Si, en serio, no se preocupen... se levanta y vuelve con un sanguche. Es tuyo, si queres comelo, si no guardalo.
Y bueno, qué iba a hacer?.
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